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Eikinskjaldi

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Actividad de reputación

  1. Me Gusta
    Eikinskjaldi consiguió una reacción de elnavarroazul en [Agotado] Atenea Armadura Divina Myth Cloth   
    Apúntame una, por favor.
  2. Me Gusta
    Eikinskjaldi consiguió una reacción de peski2 en Patio enlosado Sur y Foso de obstáculos   
    Sigo a Kiriel hacia la residencia del Patriarca. No me gusta mucho ir a verle. Todo el mundo de por aquí le tiene por un dios, y estoy acostumbrada a encontrarme con que la gente que manda y que es alabada sin oposición no suele ser tan buena como pretende. Además, es el viejo que me obligó a llevar máscara.
     
    - ¿Cómo se llega a ser Patriarca? ¿Se le elige entre los caballeros de oro? ¿Es el hijo del anterior patriarca? ¿Lo elige la Diosa?- pregunto mientras caminamos - ¿Y Matriarca? ¿Ha habido alguna vez una Matriarca en el Santuario?
     
    Seguro que Kiriel se ríe jovialmente ante mis preguntas. A veces me toca las narices tanta risa, pero él es así. Creo que es un buen maestro. Me gustaría quedar en buen lugar en los juegos, no tanto por mí, sino para que Kiriel se sintiera orgulloso. Lamentablemente, le han tocado los alumnos que más entrenamiento físico requieren. Pero parece un buen maestro, y un buen caballero. Pese a su risa fácil y a sus misteriosos "tengo que irme pero seguid entrenando".
     
    - ¿Si conseguimos demostrar que somos dignos y ganamos una armadura, lucharemos a tu lado en caso de peligro? ¿Te imaginas protegiendo a la Diosa junto a tus alumnos favoritos? Porque somos tus alumnos favoritos, ¿verdad? 
     
    Y apreto los puños y me pongo en guardia y bromeo: "como digas que no lo somos te patearemos el culo".
  3. Me Gusta
    Eikinskjaldi consiguió una reacción de peski2 en Posada 'Los Santos Griegos'   
    Comemos sin modales, partiendo el pan con las manos, mojándolo en aceite, empujándonos los unos a los otros.
    Para que Rigel deje de mirarme de reojo las tetas, eructo de la forma más viril posible, después de beber un sorbo de cerveza. Decebal lo toma como un desafío, y también eructa, tan fuerte que la mesa vibra.
    Demetrios nos pide que nos moderemos, pero estamos cansados por el viaje, y ansiosos por descubrir lo que nos espera. Sabemos que lucharemos, que pasaremos hambre y frío, que podremos morir, pero todo eso no son más que palabras, y no sabemos lo que significan: nos sentimos jóvenes e inmortales.
    Decebal, con la boca llena, se queja:
    - En Valaquia comía carne todos los días. De lobo o de oso. Yo los cazaba con mis manos.
    Rigel le tira un trozo de berenjena a la cara.
    - ¡La carne que tú comías era la de la entrepierna de los hombres, marica!
    Nos reímos y Decebal se enfada. Contesta a Rigel con un pedo apestoso, que nos obliga a taparnos la nariz. Rigel acepta el duelo, y suelta un pedo sonoro como un trueno. Todos reímos. Es mi turno. Ladeo mis nalgas, levantándolas un poco del taburete, y lanzo mi ataque, casi tan sonoro como el de Rigel. Decebal, orgulloso de mí, me da unas palmadas en la espalda, y me siento uno más. Saif, sin decir nada, se levanta y nos señala con el dedo, y se marca una traca que nos fulmina. El pedo más sonoro le toca a Gabriel. El pobre pintor, rojo de vergüenza, se suelta una llufa ridícula que suena a vuelo de mosquito. Lo hace mientras bebo cerveza, y me da tanta risa que se me sale por la nariz. Todos nos meamos de la risa, mientras Demetrios esconde la cara entre las manos y murmura:
    - Os ato una piedra al cuello y os tiro al mar, no lo dudéis...
    Nos reímos por fuera, pero por dentro todo es miedo y melancolía.
    Tal vez esta sea la última vez que podemos hacer el loco de esta manera.
    Así que lo aprovechamos.
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