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Invitado zk1391

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[b]Tares:[/b]

Tares estaba sorprendido. Nunca había desatado con tanta energía la Furia Tormentosa contra un rival, por lo que no estaba preparado para contemplar los daños que la técnica causaría a Dion. Cuando le vio caer, sintió más pena que alegría por él, pero por suerte, era también un buen discípulo y había hecho su entrenamiento, por lo que pudo desviar con sus técnicas parte del impacto. A pesar de todo, Dion tenía el brazo izquierdo roto y sangraba por varias partes de su cuerpo.

Un leve atisbo de esperanza, de creerse vencedor del combate, cruzó su mente durante un instante. No debía bajar la guardia, pero no podía evitar pensar que su rival, con esas heridas, estaba muy cercano a la derrota. Nada más lejos. Sintió la perturbación en el aire del coliseo cuando el cosmos de Dion comenzó a calentar el aire a su alrededor, mientras se reunía y aumentaba con una ferocidad mayor a la que había puesto en ningún ataque anterior.

[i]“¡Que no tiene nada contra mí!”[/i], pensó al escucharle elevar su cosmos hasta un punto inmenso para un aprendiz, [i]“¡Pues menos mal!”[/i].

El último rubí era como un enorme cometa rojo que emitía destellos al reflejar la luz del atardecer, lanzado con tal furia y potencia que Tares sabía que sería imposible canalizar su cosmos para frenarlo con el Viento Solitario. Cruzó los brazos sobre el pecho y los adelantó sobre su cuerpo, esperando que al elevar su cosmos, conservase suficiente energía como para frenar el ataque. El golpe llegó contra él, como un vendaval. Chocó contra la protección de sus brazos y la resquebrajó directamente con el impacto. Aguantó uno, dos, tres segundos mientras la potencia de ese ataque le empujaba, dejando pequeños surcos en la arena del anfiteatro. Pero no aguantó más. Con un grito desgarrador de dolor, Tares notó como la fuerza del Último Rubí le rompía ambos cúbitos y le apartaba los destrozados brazos de donde los mantenía para impactar directamente contra su pecho, pulverizándole el peto de entrenamiento que le protegía y lanzándole contra la pared del coliseo, donde se quedó clavado tras el potente golpe que acababa de recibir.

El rojo resplandor no le había permitido ver que Dion había caído al suelo tras lanzar el ataque. Clavado en la pared de piedra, con la cabeza gacha, su mente rozaba la inconsciencia, buscando el alivio que el sueño otorga para evitar que las punzadas de dolor provenientes de sus brazos rotos y su pecho, por alguna costilla rota, siguieran martirizando el joven cuerpo. Tares deseaba con tantas fuerzas el quedarse allí, inconsciente, lo deseaba tanto. No escuchaba ruido alguno proveniente del coliseo. Tal vez todos hubieran enmudecido tras el golpe, quizás simplemente se encontraban demasiado lejos para que sus oídos pudieran captar cualquier sonido.

“¡Levántate!” –Llegó a sus oídos una suave voz que parecía hablarle directamente a su mente-. “¡Levántate, Tares!” –Era Thomas.

Con los ojos cerrados, intentaba abrirlos poco a poco, todavía sintiendo demasiado el dolor de sus huesos rotos.

- “¡Vamos, payaso! Empieza a moverte si no quieres que te mate” –La voz de Ania le sonaba extraña en su cabeza, sin el leve eco metálico de la máscara.

Un esbozo, imperceptible apenas, de sonrisa apareció en sus labios. Inclinaba el cuerpo hacia delante, a pesar del dolor que sentía.

- “Ibas a volar, ¿recuerdas? Volar” –le decía Kereso.

Otro empujón, pensaba, tan solo otro empujón. Se decía mientras se inclinaba luchando por salir de la piedra. Apretó los dientes con tanta fuerza que sentía sangrarle las encías, todo para evitar gritar. Empujó un poco más, moviendo los antebrazos y los hombros y sintiendo el dolor de los brazos rotos. Siguió empujando. Sacó una pierna, luego la otra y se dejó caer en la arena, semiarrodillado, jadeando y empapado en sudor y sangre. La mezcla salada le goteaba por encima del ojo derecho y caía en sus labios, así que la saboreó, sintiendo que estaba destrozado, hundido, pero, como les decía Renard y como estaba seguro que pensaría en ese momento:

[i]Hasta que la derrota no te impida moverte y te arranque la consciencia, no será una opción. No se aceptará, ni se abrazará; no se pedirá su clemencia, ni la acogeremos aunque todo nuestro cuerpo nos suplique parar, porque solo cuando se alcanza ese extremo, un caballero sabrá que ha dado todo por proteger el bien y la justicia en el mundo, por cuidar de Atenea, y será capaz de obrar milagros imposibles para todos los demás. La derrota no se contempla si no se consigue este objetivo y todos vosotros tenéis prohibida la misma hasta que yo os la permita.[/i]

Valiéndose de sus doloridas piernas, se incorporó y elevó la vista al cielo, cuyos destellos anaranjados y rojizos del atardecer le recordaban al pelaje del ave que había contemplado en sus sueños y por cuya protección peleaba hoy. Estaba concentrando su energía una vez más, tal vez la última que sería capaz, cuando al buscar a Dion con la mirada, lo encontró tirado en el suelo, sin apenas moverse. Se acercó, poco a poco, donde estaba su rival, más preocupado por la vida de su contrincante que por vencerle.
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[b]Dion:[/b]

[i]¿ Esto es la muerte? ¿este vacío oscuro en el que no se siente nada?[/i]

Dion permanecía en el suelo sin dar un atisbo de vida. El coliseo entero estaba en silencio y expectante, por lo que podría ocurrir a partir de ahora.

Tares se acerco a su rival, con serias dudas con respecto a atacar o ayudar a este.

Dion yacía en medio de un charco de sangre en un estado nefasto, del cual tampoco se diferenciaba del estado del propio Tares.

Illias, veía la escena desde las gradas, con gran impotencia por no poder hacer nada por su amado discípulo.

- Pobre chico. Lo ha dado todo y aun así ha caído, y de esa forma - se decía a sí mismo.

El silencio sepulcral que había en el coliseo se quebró al escucharse unos pasos bajando la escalera central. Todo el mundo giro la vista hacia el lugar, y apreciaron como el gran Patriarca descendía hacia la pista en la que se había visto un combate de los que se recuerdan durante mucho tiempo.

El patriarca, una vez que bajo las escaleras, camino en dirección al caballero caído.

Cuando estuvo a la altura de Tares, le puso la mano en el hombro y le dijo:

- Buen combate, enseguida estoy contigo hijo, espera un momento.

El Patriarca llego hasta donde se encontraba Dion, el cual seguía inmóvil. Se arrodillo y le coloco sus manos sobre el cuerpo.

El coliseo entero era un murmullo, el cual se preguntaba que se disponía a hacer el Patriarca.

- No siento nada. Este es mi fin. - seguía diciéndose Dion.

De repente, el Patriarca empezó a expandir su cosmos sobre Dion. El cosmos del patriarca era tan intenso y cálido, que podía sentirlo cada célula de cada persona que se encontraba en el recinto sagrado.

- Espera, siento un calor. Es un aura calidad y fuerte.- decía Dion.

Entonces una imagen se le apareció a el caballero derrotado. Se trataba de sus padres. Los padres de Dion se le aparecieron.

- ¿Papa? , ¿Mama? - se preguntaba.

- Hijo!! Somos nosotros. Solo hemos venido ha decirte que nos sentimos muy orgullosos de ti, que todavía no es tu hora y que vivas lo mejor que puedas y como lo has hecho hasta ahora.
Y que sepas que te queremos mucho. Adiós hijo.

- Papa!!! Mama!!! - decía mientras la imagen se iba esfumando.

El Patriarca intensifico su cosmos, para devolverle la vida al caballero.

- Este aura me esta llamando. Quiere sacarme de estas tinieblas. - pensaba Dion.

De repente el caballero abrió los ojos, aunque despacio debido al intenso dolor que sentía.

El coliseo entero estallo de alegría al ver que el caballero Dion estaba vivo.

- Hijo, has perdido el combate, pero puedes estar orgulloso de ti mismo porque has peleado como un verdadero caballero de Atenea y has dejado tu honor intacto. Te felicito por ello. Se que llegaras a ser un caballero y que defenderás a nuestra Diosa con todas tus fuerzas!!!

Con estas palabras, terminó el combate para Dion.
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[b]Tares:[/b]

Tares, aturdido por los acontecimientos, siguió al Patriarca junto a Dion. Esperó, conteniendo el aliento, a que los cuidados del representante de Atenea en la tierra rescatasen a su contrincante de las tinieblas de la inconsciencia. Y aguantaba como podía, porque el dolor en los brazos, había vuelto y era cada vez peor. Se acercó a Dion, que tosió un poco en el suelo cuando el Patriarca lo semi-incorporó. Le habría encantado ayudarle a levantarse, pero mantenía los brazos laxos, pegados al cuerpo, evitando cualquier roce que se los empeorase. Observando la escena, se dio cuenta de lo cerca que había estado él de acabar como su compañero y que la balanza del combate podría haberse decantado en cualquier sentido con la misma facilidad. Si a él no le hubieran transmitido su ánimo sus compañeros, no creía que hubiera podido resistir lo suficiente en pie.

- Y ahora, joven, acompáñame –le dijo y comenzó a subir las escaleras hasta el lugar desde el que presidía el coliseo.

Tares le seguía cansado, pero con renovados ánimos dado los vítores que escuchaba a su alrededor. En dos ocasiones se dio la vuelta para mirar a la arena, donde vio a Dion junto con otra persona acuclillada que le atendía. Cuando al fin llegó a lo alto, el Patriarca, a pesar de su avanzada edad, ya le esperaba arriba.

- Oh, casi lo olvido –se acercó a Tares y puso sus manos sobre los doloridos brazos del aspirante-. ¿Mejor así?

El dolor remitió casi de inmediato, aunque estaba seguro de que necesitaría un tiempo para curarse todavía. Levantó la mirada y entonces vio la caja que contenía la armadura por la que había estado luchando, la del Ave del Paraíso. La emoción le embargó y en ese preciso instante supo lo que había conseguido y se permitió el lujo de gritar al cielo, aún estando delante del Patriarca.
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[b]Narrador:[/b]

El patriarca estaba de nuevo en su lugar en lo smas alto del coliseo. Un silencio se habia adueñado de la arena cuando Dion habia estado al borde de la muerte, pero ahora todo era murmullos entre la gente. el Patriarca junto a la caja de pandora de la armadura por la que se luchaba alzo la voz:
"Habeis luchado valientemente, dandolo todo de corazon y sin reservas. Vuestros maestros y compañeros pueden estar orgullosos de vosotros" Una pausa y la gente responde con un gran clamor de alegria "Habeis demostrado que teneis lo que hay que tener para ser un santo de athena. Tares tu has vencido el comabte por lo que la Armadura de Bronce del Ave del Paraiso es tuyo por derecho"
El patriarca levanta su mano y una pequeña luz brilla en su mano. Como respuesta, los ojos del relieve de la caja donde descansa se iluminan, poco a poco los rebordes van dejando ver una luz intensa hasta que con un estallido la caja se abre en un pilar luminoso que llega hasta el cielo. La Cosntelacion de Ave de Paraiso, parece a punto de entrar en supernova y ua figura de un Pajaro de lado aparece en el firmamento. prece moverse entre hilos de luz y baja hasta donde se encuentra Tares, al que envuelve entre sus alas. Tares sale volando mientras las protecciones de la armadura se van colocando entre rayos y truenos. Piernas, rodilleras, brazo derecho, brazo izquierdo, cinturon, pectoral, hombreras y finalmente una elaborada tiara con la forma de un pico en el centro con unas alas a los lados de la cara... la armadura capta cada brillo y parece una autentica joya reluciente. Los ojos de Tares brillan en sintonia con la forma del pajaro que tiene a su espalda.
Un olor a tierra humeda lo invade todo, todo esta en calma hasta qe urgt grita de la emocion.
"ahora eres el Caballero de Bronce de Pajaro de Paraiso" anuncia el patriarca

Tares va a celebrarlo con su maestro y el resto de sus compañeros, entre saltos de alegria, todos parecen contentos.
Dion sigue en la arena, tiene una expresion vacia en su rostro, su maestro Illias esta a su lado.
El patriarca se acerca hasta ellos
"lo has entrenado bien, ha sido un combate durisimo, digno del mejor de los caballeros."
Illias sonrie satisfecho. Dion levanta un poco la cabeza y sigue estando triste.
"sin embargo, joven aprendiz parece que el Pajaro del Paraiso no era tu destino. pero veo un gran futuro ante ti si sabes ver las señales. Hace un tiempo vi a otro santo con tecnicas parecidas a las tuyas, abandono en una mision el santuario y me temo que no logro realizarla con exito porque no volvimos a verlo. Aquel caballero vestia la armadura del Tucan, con el que es facil de confundir al pajaro del paraiso. ahora aquella armadura esta perdida, creo que es hora que un joven aprendiz vaya a buscarla. ¿quien sabe? Igual esa armadura si es tu destino."

Dion en ese momento pone los ojos como platos, mira a su maestro y al patriarca repetidamente, sin llegar a creerse lo que estaban diciendo. Su maestro afirma que esta preparado para empezar esa etapa de su entrenamiento en solitario y le pregunta si quiere realizar la misión que no estará exenta de peligros.
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Con esto, se termina la prueba.
Espero que quienes lo hayáis leído, hayáis disfrutado. Si tenéis curiosidad, ganas de jugar y convertiros en un caballero para tener otro motivo más para entrar en el foro, no dudéis en contactar con nosotros. Si somos suficientes, daremos inicio a esta andadura que esperemos sea del agrado de todos y, por supuesto, los primeros serán los que más cerca estén de conseguir la armadura que les gustaría B)
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  • hace 5 semanas...

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Apuntado! De momento, no hay fecha para empezar, estamos todavía reclutando.

Y a los "reclutas" les pedimos que pasen una historia de su personaje, ambientada en el año 1243 d.C aproximadamente y los personajes tienen que estar en edad joven y relatar su vida hasta la llegada al Santuario o encontrarse con un caballero que lo vaya a reclutar.
Se puede colgar aquí o enviarse por privado.

Gracias por interesarte y siento haber tardado tanto en verlo!
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