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[FASE de VOTACIONES] 4º Certamen de relatos cortos


Vicio

Encuesta: 4º Certamen de relatos cortos.  

20 miembros han votado

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Por favor, recuerda que para participar en la fase de votaciones debes cumplir el siguiente requisito:

 

·         Podrán votar aquellos miembros registrados antes del 10/11/17, con más de 30 mensajes escritos en el foro durante el último año.

 

Si tienes dudas de si cumples o no con la cantidad de mensajes, por favor, antes de emitir tu voto ponte en contacto con un miembro del staff para que te confirme si puedes participar en las votaciones.

 

Por otro lado, recuerda lo siguiente a la hora de emitir tu voto:

·         Sólo un voto por persona y debe estar justificado* para tener validez.

·         Los autores no podrán votar sus propios trabajos, y su voto tendrá un valor de 4/10.

·         Los autores tendrán para votar hasta el 07/12/16.

·         Los votos de los miembros de la comunidad tendrán un valor de 2,5/10.

·         Los votos de los miembros del staff tendrán un valor de 3,5/10.

*Se entiende por justificado, el voto razonado a través de un mensaje en este tema.

 

Si los autores observan cualquier error en su trabajo, o cualquier incidencia que podamos solventar, por favor, hacérmelo saber por mp. He copiado el texto tal cual me lo habéis enviado, tan sólo he modificado un relato que incluía imágenes, y para que este al mismo nivel del resto.

 

último día para votar: 08/12 (Hasta las 23:59 horario de España)

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  • hace 2 semanas...

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La luz de Cefeo

 

-  Todo comenzó un tranquilo día en la isla, antes de que tú llegaras a ella. Yo me encontraba entrenando como siempre junto a mi amiga Rose. Ella se encargó de formarme junto a su padre como caballero. Mis padres murieron en la batalla de la Isla Zero. Desde entonces, nuestro maestro me trató como una hija más junto a Rose.

 

Rose estuvo presente en esa batalla y me contó todo lo que sucedió […]

 

<<Mira June, la guerra de la isla Zero fue hace 8 años.

 

Desde el nombramiento del nuevo patriarca en el Santuario, se decidió aumentar el control en las zonas de formación de futuras fuerzas del ejército de Atenea, por lo que en nuestra isla fue asignado como supervisor del progreso, mi padre, Albiore de Cefeo.

 

Yo tenía claro que me quería formar como caballero para poder ser la portadora de la armadura de Camaleón, y luchar junto a mi madre Zahna de Casiopea para proteger la Tierra hasta la llegada de nuestra diosa. Por ese propósito, fui entrenada por mi madre, hasta que finalmente fui reconocida por la armadura del Camaleón, convirtiéndome así en Rose de Camaleón. Yo esperaba no tener que usar mis habilidades para otras situaciones que no fuera proteger a la humanidad, pero que ilusa fui…

 

Un día llegó una petición de encuentro en la isla Zero, donde se llevaría a cabo una “exhibición” de nuestras habilidades como caballeros, con el fin de ser evaluados nuestros avances y el nivel del ejército. Por lo que partimos en nuestros barcos todos aquellos que ya fuimos reconocidos por nuestras armaduras, incluyendo a mi madre Zahna y a mi padre Albiore, la verdad que yo era muy feliz de poder ver a ambos en acción.

 

Al llegar a la isla Zero, un caballero que portaba una armadura de un tono oscuro, la cual me resultó peculiar, nos recibió. Este caballero se presentó ante nosotros como Sebastián, y nos llevó hasta una especie de escenario con forma ovalada, nos dijo que era la zona de entrenamiento. Para mí, todo resultaba un mundo espectacular, ya que en la isla Andrómeda, no disponíamos de tales medios.

 

En la entrada había dos estatuas que representaban de forma magnífica a dos santos de plata. Dentro del recinto había una serie de filas de gradas y en lo alto (como si de un emperador romano se tratase) se encontraba sentado en un trono un caballero de plata, al realizar un movimiento con su mano derecha, la puerta por la que entramos se cerró completamente. Ante esta situación me encontré sorprendida, pero al ver la tranquilidad que rebosaba de mi padre, todos mis nervios desaparecieron. Entonces el santo plateado se alzó y dijo:

 

-  ¡Bienvenidos, guerreros de la isla Andrómeda, es un honor conoceros, soy Miram, el gobernador de esta isla! - dijo con tono orgulloso.

 

Ante esto, mi padre se puso al frente de todos los caballeros de la isla Andrómeda, y se dirigió al “gobernador”.

 

-  Es un placer conocerte Miram, yo soy Albiore, caballero de plata de Cefeo. He recibido la carta de reunión desde el Santuario pidiendo que nos encontráramos en esta isla- dijo con tono sereno.

-  Así es, de hecho, deberíais estar de celebración, ya que el mismísimo patriarca está presente para observar este gran evento, de hecho, si todo sale bien, se llevará a un gran número de guerreros al Santuario a combatir a su lado.

 

Todos nos quedamos atónitos ante la noticia de que el representante en la Tierra de Atenea hubiera ido a ver el progreso de nuestra isla. En ese momento la tranquilidad que me quedaba se tornó en un fuerte deseo de enseñarle mis habilidades para ser elegida. Mi padre, siempre me habló maravillas del Santuario, y sobre todo soñaba con ver las famosas armaduras doradas, las más poderosas entre los 88 caballeros.

 

-  Y bien- contestó Albiore- ¿dónde se encuentra su alteza?

 

Tras esto se hizo un gran silencio, y al cabo de un rato Miram contestó:

 

-  Lo tienes delante de ti, querido Albiore, yo me convertiré en el futuro patriarca- dijo, con tono de superioridad.

 

Tras esto, los murmullos entre nosotros comenzaron a escucharse, mientras que Miram se limitaba a observar fijamente a mi padre, a lo que le respondió:

 

-  ¿Y dime, qué es lo que quieres de nosotros?

 

Todos nos sentimos incrédulos, ¿acaso mi padre estaba planteándose dicha opción?

 

-  Veo que eres un hombre razonable Albiore, pido tu colaboración, no- se corrigió rápidamente- exijo tu subordinación completa a mi causa, trabajaremos con un mismo fin, mataremos al patriarca y a todo aquel que se oponga, conquistaré el mundo, ¿aceptas mi propuesta?

 

Tras esto, las cadenas de Albiore empezaron a vibrar con intensidad

 

-  Acepto tu propuesta, mataré al patriarca.

 

-  ¿Te has vuelto loco? -dijo mi madre Zahna.

 

-  No Zahna, pienso matar al patriarca, pero no al que se encuentra en el Santuario, sino al engreído que tengo delante- gritó mi padre.

 

Nuestra postura quedó clara, jamás ninguno imaginábamos que ese día lucharíamos a muerte contra la isla Zero.

 

Miram esbozó una sonrisa y sentenció:

 

-  Muy bien Cefeo, no esperaba otra respuesta de ti. ¡Caballeros Negros, como vuestro patriarca, os ordenó que masacréis a todos los guerreros de la isla Andrómeda!

 

De las gradas surgieron un grupo de santos portadores de armaduras oscuras. Lo que en teoría sería una exhibición de habilidades, se convirtió en un campo de batalla feroz, los ataques volaban de un lugar a otro. Tras la orden de Miram, comprendí que aquellos guerreros no eran santos de Atenea, sino guerreros con armaduras oscuras que eran una copia de las del ejército de Atenea.

 

Todos hicimos nuestro mejor esfuerzo, poniendo nuestros corazones y deseos de victoria en cada golpe, ya que no podíamos permitir que Miram alcanzara su objetivo. En aquella plaga de armaduras, logré vislumbrar a mis padres cubriéndose las espaldas el uno al otro, sabía que saldríamos de esta con tan solo verlos. En aquel momento, no supe quién iba ganando, fue entonces cuando Miram, realizó su movimiento.

En cuestión de segundos, bajaron una especie de pantallas en el escenario del Coliseo, en ellas solo se pudo ver el final de toda la isla. En un abrir y cerrar de ojos, todos mis compañeros y enemigos, se convirtieron en piedra, yo no miré las pantallas, gracias a eso sobreviví. Fue entonces cuando escuché la voz de mi padre.

 

-  Rose, no abras los ojos- me decía a lo lejos.

 

Todo el coliseo quedó silenciado, solo se escuchó una risa maléfica que descendía al escenario.

 

-  Con esto tomaré el control de la isla Andrómeda, Cefeo, con lo inteligente que parecías y no plantearte que tendría un as en la manga.

 

-  Sabiendo que eras Miram de Perseo, debía ser precavido, pero lo que no imaginé fue que acabarías con tu propio ejército.

 

-  Todo ha sido cuestión de venganza, Cefeo, tú siempre recibiste los elogios en el Santuario, siempre fuiste el mejor valorado, se llegó a comparar tu fuerza con la de un Caballero de Oro, y ahí estaba yo, en las sombras, viendo cómo eras reconocido por todos, ni tal siquiera me recordabas. -dijo con tono rencoroso- Pero hoy te he ridiculizado, has masacrado a todos tus caballeros, ¿crees que el Patriarca volverá a confiar en ti? Mira que caer en una trampa tan simple. -hizo una pausa-Estaría loco si quisiera desafiar al Santuario confiando en un “héroe” como tú.

 

Albiore enfurecido, trató de atacar, pero era consciente que no podía luchar contra su adversario con los ojos abiertos, ante esta situación, Zahna le dio la oportunidad, actuando como escudo en un acto de heroicidad para salvarnos. Fui incapaz de creer que mi madre se había convertido en una estatua de piedra tras mirar el escudo de Medusa.

 

-  Zahna, tu sacrificio no será en vano- exclamó Albiore- este es tu final Miram, ¡Cepheus Chain!

 

El ataque impactó directamente en el corazón de Miram.

 

-  No puede ser, mi venganza no puede acabar aquí- exclamó Miram tambaleándose entre la vida y la muerte- yo caeré hoy Cefeo, pero no me iré solo.

 

Antes de caer derrotado, usó el resto de su fuerza para lanzar una onda expansiva, que hizo añicos todas las esculturas, poniendo fin a la vida de todos, incluida la de mi madre, y la de tus padres June”.

 

(Unos años después…)

 

-  A causa de lo ocurrido Rose decidió dejar de ser caballero y se limitó a entrenarme; con la ayuda de todos, la isla de Andrómeda logró recuperarse. Por eso Shun, el Santuario, al saber tus intenciones, no dudaron en enviar al caballero dorado del Escorpión a masacrarnos, ya que desde entonces, desconfiaron de nuestro maestro, y de verdad que no te culpo, pero Shun, no voy a dejar que vayas, aunque tenga que hacerte daño, yo como June de Camaleón, no te dejaré ir […]

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                                                                                                           RÉQUIEM NOCTURNO    


-  Mi cosmos se extingue... mi vida se apaga... ¿por qué?... que... ¿qué ha pasado?...-

Un vasto manto de estrellas perla el cielo sin luna. 

Cinco cuerpos reposan en el pórtico de la casa del carnero dorado. Tres de ellos sin vida.

Uno agoniza.

-  Seiya... perdonadnos... nosotros no libramos... Aaagh... como duele respirar.... no libramos la batalla fratricida contra el error de... nuestros hermanos dorados... no estuvimos en Asgard... no fuimos hasta los fondos del océano para pelear con Poseidón... no estamos con vosotros...ahora mismo en Los Elíseos pero... pero estamos aquí....- Un golpe de tos que proyecta una flema hemática le dificulta seguir musitando palabras en la agonía. La escupe.

-  Estábamos aquí cuando esa sombra... esa sombra apareció... un cosmos maligno... abrumador... poderoso... recuerdo... no... recuerdo... como... mis amigos y yo... la sombra...el pecho me arde cada vez que entra aire en... mis... pulmones...-

Oscuridad; abre los ojos, las lágrimas los rebosan.

-   Sabíamos... ¡sabíamos que ninguno de nosotros por si solo tenía la más mínima posibilidad!... nos venció... ni siquiera lo vimos venir... pero... pero los cinco juntos... nos levantamos... queríamos que estuvierais orgullosos, queríamos ser recordados... como lo que somos... Caballeros de Atena... no podíamos perder el Santuario... estábamos aquí...-

Se mira lo que queda de su pierna derecha y reconoce un gran cuerpo tendido boca abajo a pocos metros del suyo.

-  ¡Geki!... Geki... vi como pudo atrapar a la sombra... con su poderoso Abrazo del Oso... solo unos pocos valiosos segundos...unos instantes... y le costó su vida pero... pero la sombra no pudo escapar... permitió a Ichi clavar sus garras venenosas en el enemigo... la sombra gritó... sí, recuerdo que gritó...-

Arquea el cuello hacia arriba, a su izquierda, apenas puede mover la cabeza y lo descubre, aplastado, bajo una columna derruida se encuentra el cuerpo inerte del caballero de la Hidra.

-  Estúpido... ¡maldito estúpido!... Ichi... ¿por qué aguantaste tanto?... ¿por qué no te soltaste antes?... antes de que Ban... y Nachi atacaran juntos con todo... todo lo que tenían... ¡Aaaaaghh...! ¿Cómo puede doler tanto... un brazo que ya no tengo...?-

La sangre le brota de un muñón algo más bajo del hombro izquierdo de su cuerpo mutilado. 

Con la mirada, busca sin esperanza a sus otros dos compañeros.

No hay rastro de los caballeros de bronce del Lobo y León Menor, ya son polvo de estrellas pero sus armaduras hechas añicos en el suelo permanecen como todo el legado de su existencia.

-  Lo hicieron... Nachi y Ban quebraron la armadura de la sombra... ¡juntos lo hicieron!... ya recuerdo... ¡la sombra tenía armadura!... ¿Eh?... ¿estoy?... ¿estoy ciego?... no... es sangre que... me entra en... los ojos...-

La oscuridad lo reclama otra vez. 

Despierta.

-  ¡Nooo! No puedo morir aún... ¿dónde está la sombra?... ¡llevaba armadura...! las sombras no pueden portar una armadura... ¡era un hombre...! quería tomar el Santuario ahora que estaba vulnerable... pero... no contó con que... ¡¡estábamos aquí!! ¡YO AUN SIGO AQUI!...-

Nadie queda para oírle gritar. Su voz se pierde por las columnas del templo vacío.

-  Mis amigos me dieron la oportunidad... una única oportunidad... no podía fallarles... no podía fallar... por el Santuario... por vosotros, Seiya... por Atena...-

Lagrimas teñidas de escarlata bajan por su cara y escapan saltando de sus mejillas mientras las imágenes de los últimos instantes de la batalla regresan a su mente.

-  Puse todo mi ser en ese golpe... elevé mi cosmos al máximo... más allá de mi propia capacidad... y más aún... mi armadura nunca fue bañada por la sangre de los Caballeros dorados... al igual que las vuestras... pero lo soportó... mi Galope del Unicornio impactó en el punto exacto que mis compañeros caídos lograron dañar... sentí como mi pie se hundía en el pecho del enemigo... en su carne... las sombras no están hechas de carne... luego del choque de nuestros cosmos... la explosión... la luz... y después la oscuridad...-

Jabu está sumido en la más profunda desesperación. 

Prácticamente sordo, medio ciego y mutilado, no es lo que más le duele, no es lo que más lamenta.

-  ¿Dónde está el caballero... que nos atacó...? no está... ¿ha seguido avanzando...? no hemos podido defender la Casa de Aries... nadie queda para defender el resto del Santuario... lo siento Seiya... Atena... perdonadme amigos... he fracasado...-

El Caballero del Unicornio totalmente abatido se deja llevar. 

Gira su cuello hacia la derecha. 

Quiere mirar por última vez la colina indefensa y abandonada en la que se alzan el resto de Casas del Santuario que juró proteger...pero no puede, alguien le impide ver aquello que anhela antes de morir.

Belerofonte de la Quimera, el último de los ciento ocho espectros de Hades se encuentra tumbado junto a él mirándolo a los ojos a pocos centímetros de su cara.

El corazón de Jabu late tres veces en el mismo segundo haciéndole recordar que sigue estando vivo.

-  No es... posi... ble...- Solloza.

Con el brazo que le queda tantea el suelo en busca de su casco por mero instinto.

Una figura infantil se aproxima cojeando lentamente hasta el caballero que sigue moviendo su brazo derecho a ciegas. 

El niño se arrodilla y le sujeta la mano. 

Recoge el yelmo agrietado con forma de unicornio que tiene el cuerno partido y lo deposita con mucho cuidado sobre el pecho del caballero que ya apenas se eleva con la respiración.

-  Tranquilo - dice el niño mientras agita por encima de la cabeza de moribundo Caballero del Unicornio un gran rosario con las ciento ocho cuentas que lo componen teñidas de un negro profundo como un abismo.

Jabu lo comprende, no ha fracasado.

-  Como... brillan... las estrellas..., no me... había... fijado... ¿y tú Kiki?.......- 

Su voz se ahoga igual que la luz de una vela apunto de consumirse. Media sonrisa se dibuja en el rostro del caballero. 

La oscuridad lo reclama esta vez para siempre.

Cinco cuerpos yacen en el pórtico de la casa del carnero dorado. Cuatro sin vida. El quinto se abraza al último en morir y

llorando le susurra algo al oído...cuando súbitamente la visión de esta escena es interrumpida.


-  ¿¡Qué pretendes mostrarme con esta pantomima de ilusión caballero!? ¡Nada pueden hacerme tus ataques por el mero hecho de no tener en este momento una envoltura corporal!- la voz resonaba como miles de almas en pena, era la voz del mismísimo Hades- Y mucho menos tus intentos para manipular mi espíritu con visiones como la que me has mostrado-

-  No era una ilusión...Es real...Es mi Réquiem Nocturno- Dice Orfeo, caballero de Plata de la Lira tumbado sobre un charco de sangre en el salón del trono de Hades, en Giudecca.

-  Me decepcionas Orfeo, según se dice tienes mayor poder que un caballero de oro y mírate, vas a morir aquí y lo único que has conseguido con este ataque tuyo ha sido mostrarme que han acabado con el último de mis espectros que para mí no son más que marionetas- Las almas en pena ahora parecían reír a través de su voz.

-  Te...equivocas...te quería mostrar hasta donde somos...capaces de llegar los caballeros de Atena...¡para vencerte!-

-  ¡¿Vencerme?! Pues lamento decirte que has fracasado irremediablemente-

-  Vuelves... a equivocarte...-Orfeo sonríe. - Tu arrogancia y soberbia... por ser un dios y menospreciar a los humanos te impide darte cuenta...no podría vencerte ni en mil vidas... solo pretendía ganar...tiempo...-

-  ¡¿Tiempo?! ¡¡Ya no os queda tiempo que ganar, el eclipse es casi completo!!-

-  Recuerda Hades... las palabras... del caballero del Unicornio en... su agonía...-

El silencio y el incremento de la ira y el miedo en el cosmos de Hades fueron la respuesta que obtuvo Orfeo.

-  No estamos con vosotros.... ahora mismo en Los Eliseos........ Y ya sabes lo que hay allí guardado...-

El miedo superaba a la ira en el cosmos del Maligno.

- ¡¡¡MI VERDADERO CUERPO!!! ¡¡¿COMO OS ATREVEIS?!! ¡¡EXTERMINARÉ CUALQUIER VESTIGIO DE VUESTRA EXISTENCIA EN EL UNIVERSO!!-

En la sala del Trono de Hades tan solo quedó el cuerpo del caballero una vez el Alma de Hades abandonó el lugar.

-  Eu...rídice.....- Dijo Orfeo por última vez mientras en ese mismo momento en el pórtico de la casa de Aries, Kiki llorando susurraba en el oido del caballero del Unicornio:- esas estrellas que brillan son las de la constelación de la Lira-


FIN
 

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MEMENTO MORI (recuerda que morirás)

 

Hidro-vórtice!! - gritó mientras su cosmos retorcía la corriente marina que engullía todo a su paso

 

Desconocido - Azariel tu papel termina aquí – comentaba  mientras con un revés detenía  esa tromba de agua reduciéndola a una charca somera -Es el fin....dragón de mar

 

...Semanas antes en la estancia del patriarca ….Saga, enfundado en su cloth, se personaba con su habitual reverencia ante  los presentes.

 

Aioros -Siempre haciendo gala de tu puntualidad eh?..Incluso en estas situaciones  - farfullaba con ironía  increpando a su compañero.

 

Shion -dejen sus disputas absurdas para otro momento ..y bien saga infoŕmanos por favor-declaró rotundo a la espera de una respuesta.

 

Saga -Es tal como habíais vaticinado, todos los caballeros asesinados durante estas semanas ostentaban el rango de plata.

 

Arles  -mmm..tal parece que estas muertes no son aleatorias, además hay algo que me llama la atención , aproximaros por favor quiero mostraros algo

 

Tomaron asiento en la mesa de caoba que coronaba el centro del habitáculo.

 

Arles  -Todas las muertes acontecidas hasta el momento se sitúan en estos puntos -explicaba, mientras desplegaba un mapa cartográfico del propio santuario, – Los caballeros de plata murieron todos en la zona perimetral salvo uno de ellos...-decía señalando dicho punto

 

Saga  -Pero si en ese punto se encontraba.....!!!

 

Aioros   – Así es , el portal del archivo del santuario ..de cuya protección se ocupaba mi púpilo Nasim de triangulo , pero su rival lo derrotó de un mero golpe tsss – explicaba con pesadumbre mientras mordía su labio.

 

Arles  -Los druidas que tomaron los cadáveres también constataron que el primero en morir fue precisamente Nasim con un contenido anormal de agua en sus células-aclaraba mientras recogía nuevamente el plano.

 

Shion  - Hiciste una gran labor Arles, con la información recopilada debemos actuar cuanto antes-comentaba mientras regresaba a su trono  -Ustedes dos pueden retirarse hasta nueva orden.

 

Los caballeros de oro abandonaron la estancia tras realizar una reverencia simultánea; nada más salir, el caballero alado detuvo a su compañero posando una mano sobre su hombro.

 

Saga -Qué sucede Aioros? -declaró con desconcierto.

 

Aioros – verás es tu hermano....él…a media tarde en el coliseo.. se enzarzó en una pelea con varios caballeros.

 

 

 

Saga -Maldito imbécil ...tsss -exclamaba con resignación

 

Aioros -Tú ,mejor que nadie sabes el calvario que ha pasado, objeto de burlas.. – aclaraba con tono conciliador.

 

Saga -Tsss , ya lo sé, pero las leyes deben acatarse …. debe cumplirse  al margen de las consecuencias -dijo dirigiendo su mirada al horizonte.

 

Aioros -Aunque la ley deba cumplirse no está exenta de errores, Kanon debe sentirse frustrado igualmente.

 

Saga – Él ya conoce la maldición del décimo tercer caballero de oro, por eso sólo puede haber 12 caballeros que regenten las casas zodiacales – murmuraba cabizbajo mientras golpeaba una de las columnas cercanas.

 

Aioros - Ya es tarde, mejor retirémonos a nuestros aposentos amigo. 

 

En torno a la madrugada, una joven de cabello negro azabache se ajustaba su máscara plateada , dispuesta a cumplir con la misión que el sacerdote le encomendara, consciente de su importancia para el devenir de los acontecimientos.

 

Pasadas unas horas Wayra que lucía la armadura de Colomba se encontraba a medio camino, no tomó ni un respiro en su viaje para llegar antes de lo previsto a ser posible, el tiempo resultaba ser crucial...

 

Desconocido -Vaya vaya así que el santuario, está tan falto de personal que envía a una damisela como tú ? Jajajaja – comentaba entre carcajadas mientras caía desde lo alto del cielo impactando en el abdomen de la chica.

 

Wayra-cough ...así que eres tú …..el maestro estaba en lo cierto – sollozaba mientras se levantaba nuevamente colocando parte de la máscara resquebrajada -El sumo sacerdote me avisó que un general marino me intentaría detener

 

Desconocido -Chiquilla si ellos saben todo, por qué que permiten que te enfrentes a mi? – exclamaba mientras agitaba su capa.

 

X-Bueno...no te falta razón...Dragón de los mares...o más bien debería decir Kanon ? - mencionó una voz en las sombras mientras un polvo diamantino invadía el lugar.

 

Dragón de mar- Así que esta brisa tan vistosa era cosa tuya....arles de copa?-ironizó mientras apartaba los mechones que ocultaban su rostro tras el yelmo escamoso.

 

 

 

Arles – Kanon, reconozco que las muertes de los caballeros de plata nos despistaron, todo parecía una estrategia para reducir nuestras fuerzas, pero el hallazgo de Aioros en el archivo vislumbró tus planes.

 

El general marino encajó su yelmo y esbozó una leve sonrisa mientras aplaudía la deducción de su enemigo.

 

Dragón de mar- Así es, ese manuscrito relata el hundimiento la Atlántida a causa de la armadura de plata de navío de Argos, pero para portarla precisaba la ubicación de esas armaduras plateadas distribuidas por el mundo

 

Arles -Así que..mataste a los caballeros de plata para que declarásemos el estado de emergencia y solicitásemos el retorno de los aprendices con esas armaduras ..popa, brújula, vela y carina cierto?

Era obvio que estabas tras esta masacre, relegado a ser un caballero de plata pretendías  hacerte con la armadura de plata más destructiva-explicaba mientras recogía en su palma alguno de los cristales de hielo

 

Dragón de mar – todavía no comprendes tu papel?? .. – gritó enzarzándose en un intercambio de golpes veloces hasta que alcanzó con su galaxian explosion al plateado incrustándolo en el suelo.

 

Arles se alzó nuevamente su armadura apenas tenía unas magulladuras, y estaba listo para proseguir el combate.

 

Arles -Supongo que ya no importa así que te revelare la verdad. Las armaduras procedían del continente de mu, sus habitantes diestros en el manejo del oricalco tallaban las armaduras sobre la armadura de altar, una vez veían el reflejo en la armadura de copa empleando el cincel y la maza de la armadura de escultor

Pero aunque sea muriano, te aseguro que no esculpiré nada para ti -vociferó al tiempo que alteraba la humedad del ambiente envolviéndose en ella.

 

El general marino alzó uno de sus puños y proyecto un  haz de luz hacia el cráneo de arles

 

Dragón de mar-Contaba con ello, por ello vine bien preparado “puño del Satán diabólico”.

 

El rayo de luz se propagó rápidamente hasta impactar en el cráneo del caballero de copa, quién permanecía inmóvil.

 

Dragón de mar- Esta técnica anula tu voluntad así que ahora tan sólo podrás seguir mis órdenes ciegamente-comentó con malicia.

 

El general marino no se percató de que el frio se intensificaba en torno a ellos....- Lanza del loto de hielo – gritó arles mientras los témpanos de hielo le golpeaban dañando parte de la escama del Dragón  marino.

 

Dragón marino- ¿Cómo es posible que te muevas todavía? ¡Deberías estar bajo mi control!

 

Arles -Esa lluvia cristalina que saturaba el aire refractó tu rayo de luz desviando su trayectoria , evitando que impactase en mi hipocampo , dispongo de unos minutos antes de que haga efecto

 

 

Dragón de mar: Así que tan sólo prolongas tu agonía ??? “memento mori”.. Caballero – sollozó

mientras retiraba una de las lanzas clavadas en su extremidad

 

Arles -Así es ...moriré , pero por una buena razón ….escúchame bien Wayra regresa al santuario , y   avisa a mi hermano que Kanon es el culpable..-La joven oído esto desapareció tras la arboleda

 

Dragón de mar- Qué demonios pretendes? Preguntó mientras intentaba zafarse del hielo que se extendía por su cuerpo.

 

Arles- Tú lo has dicho en ningún momento olvidé mi papel,  así que ésta técnica tan solo te impedirá acercarte mientras ejecuto mi último movimiento

 

Dibujando una sonrisa en su rostro alzó ambas manos trazando un círculo que rodeo de escarcha al caballero encerrándolo en una prisión de cristal.

 

Dragón de mar- desgraciado!! Así que pretendías ganar tiempo para encerrarte en ese maldito sarcófago de hielo ?!!  tsss – gritó iracundo mientras aporreaba sin éxito el bloque cristalino, que no se agrietaba lo más mínimo

 

Incapaz de poder abrir esa tumba de hielo Dragón de mar desapareció, tan sólo era cuestión de tiempo que dieran con él, tras el estado de alerta

 

(Pasados unos días..)

 

Kanon -Hermano por favor, es mentira yo no maté a nadie, son falacias en ningún momento traicione al santuario tienes que creer en mi palabra -gritaba con impotencia mientras su hermano lo ignoraba.

 

Saga-jujuju puede que no comprendas nada por ahora, pero algún día entenderás los motivos tras mis actos…hermano

 

Mientras saga retornaba al santuario recordaba cómo semanas antes de las muertes, irrumpiera en el templo marino para poder manipular al general Dragón de mar desde las sombras y acabar con los caballeros de plata y finalmente se deshizo de él para actuar con total libertad enfundado en su escama marina

 

Kanon aferrado a los barrotes comenzó a  divisar un brillo bajo  el agua ….era una escama de Poseidón , “Dragón de mar” que lo reconocía como legítimo sucesor..

 

Kanon -hermano acaso tú eras consciente de mi carga y llegaste a tal extremo?

 

Saga -Hermano tu como general de Poseidón y yo como futuro patriarca derrocaremos al santuario

 

Ambos sonríen con malicia en sus respectivos templos...el santuario peligra!

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Las últimas lágrimas de un soldado

 

- ¡Vamos levantaos! - rugió Aioria, derribando fácilmente al último de sus aprendices.

- Después de tanto tiempo, y todavía no merecéis ninguno el título de caballero – increpó el fiero guerrero, dando por terminada la sesión.

- ¡No tan deprisa! – contestó magullado el hombre que acababa de caer al suelo.

El protector de la casa de Leo se giró estupefacto, y lanzó dos puñetazos que rasgaron el aire. Sin embargo, aquel terco y duro muchacho de piel morena, no cayó está vez, y con los brazos en cruz, aunque de rodillas por la tremenda fuerza del golpe, soportó el terrible zarpazo del león. 

- Ahora es mi turno – pronunció el aspirante, mientras una energía inusual emanaba de él.

- ¡Prueba mi mejor golpe, maestro! – y arremetiendo contra su oponente descargó un tremendo puntapié que hizo retroceder al mismísimo caballero dorado. Aioria advirtió atónito como su protector de antebrazo quedaba destrozado y su muñeca magullada. El progreso de su discípulo, que reposaba extasiado, era asombroso.

- Creo que será tu hermana la que cuide hoy de ti – y alejándose de la arena, el guardián de la casa de Leo sonrió con satisfacción.

 

Miram estaba nerviosa. Corrió de un estante a otro de la enfermería, recogiendo finalmente un par de gasas, un ungüento balsámico y varias toallas húmedas. La joven de rasgos árabes, bajó apresuradamente las escaleras del templo que conducían a los barracones donde se albergaba a enfermos y heridos del Santuario.

- Eres un cabezota irresponsable, no llevamos ni siquiera un año aquí y ya has llegado tres veces en un estado lamentable – recriminó duramente la novata enfermera.

- No te preocupes Miram, Aioria casi no lo cuenta – contestó guiñando un ojo el testarudo soldado, todavía dolorido por las heridas recientes.

- Llevamos toda la vida huyendo del mal que casi nos extermina, vagando de un país a otro. Tuve mucha suerte de ser elegido por el señor Aioria de entre muchos combatientes para optar a la armadura de plata, pero sobre todo tuve la fortuna de que aceptara que tú vinieras conmigo - pronunció cerrando los párpados. Cabizbaja, y sin mediar palabra, ella reconoció el sacrificio continuo de su hermano, mientras él se quedaba dormido.

- No te preocupes, se recuperará– susurró la dulce voz de Atik, la sacerdotisa regente que gerenciaba ese viejo torreón, que hacía más las funciones de un hospital, que de un lugar para orar. Miram cambió su expresión de preocupación por un gesto alegre al contemplar a la hermosa doncella, que siempre le proporcionaba sabios consejos.

- Ayúdame a organizar las cámaras, ha empezado a llover fuerte y debemos resguardarnos - sugirió la curandera, mientras acariciaba el hombro de la todavía nerviosa adolescente. Aquella noche diluvió de forma inaudita, el propio mar parecía que iba a engullir el peñasco sobre el que se asentaba sólidamente el templo de Atenea. En la madrugada, una ola gigante alcanzó una ventana de los dormitorios orientales, donde descansaban las sacerdotisas, y la abrió por completo, desprendiendo con su espuma un halo púrpura que se introdujo reptando en la alcoba principal.

 

Habían pasado tres jornadas desde la gran tormenta, y recuperado, el aprendiz de caballero cumplía órdenes, haciendo guardia. Un par de figuras encapuchadas se dibujaron en la calzada y se detuvieron a pocos pasos del centinela.

- ¿A dónde os dirigís? Nadie puede pasar - amenazó el vigía.

Retirando una de las caperuzas, Atik se descubrió.

- Déjanos pasar, esta chica está enferma y debo llegar al monasterio – afirmó la curandera, retirando la capa que cubría la cabeza de su acompañante, que tenía un semblante cadavérico y tosía violentamente. El joven se negó y entonces los ojos azules de la mujer, que aferraba la mano de la muchacha indispuesta, adquirieron un color carmesí e inmovilizaron al soldado que quedó hipnotizado, permitiendo el paso a las dos prófugas. Una sensación de horror invadió al chico repentinamente, pues cuando la niña convaleciente pasó junto a él, supo que la imagen de su rostro era una mera ilusión. El espejismo escondía el verdadero semblante de Miram. Pero no pudo hacer nada.

 

Horas más tarde el centinela despertó del embrujo. Gracias a su poder innato y al vínculo fraternal que le unía a su hermana, pudo captar una débil señal cósmica. Así, partió veloz, para combatir el mal que creía que la había secuestrado. Sin embargo, un resplandor de oro eclipsó su huida.

- Lo siento, no puedes cruzar los límites - confirmó Aioria de Leo.

- Yo también he sentido una energía maligna proveniente del monasterio.

- Si vas allí morirás. Todavía no estás preparado. Si te inquieta Miram, has de saber que un grupo de caballeros han partido en su busca – garantizó el maestro.

El díscolo discípulo saltó por encima de Aioria, aunque el Lightning Plasma no se hizo esperar. Una ráfaga de luz salió disparada de forma fulgurante hacia el muchacho. Como si hubiese podido intuirlo, el valiente soldado rotó su cuerpo, esquivando uno a uno los haces fotónicos de la técnica definitiva del león. Pero el último de los rayos atravesó su pierna, haciéndole caer al suelo. Con terrible dolor, se levantó y continuó corriendo:

- Haz lo que debas hacer, maestro.

El caballero de oro, contuvo un segundo golpe y con un sentimiento confuso, entre deber y asombro, dejó que su alumno se alejara, asumiendo su propio destino.

 

El joven luchador alcanzó renqueante el derruido convento. Entró al claustro y su figura se desvaneció en una maraña de galerías subterráneas. Siguiendo su instinto, llegó hasta una cámara circular de amplias dimensiones. El suelo de la sala era de cristal rosáceo y cubría todo el piso, a excepción de unos escalones al frente. Varias imágenes de guerreros esculpidas en roca con rostros de terror y sorpresa, rodeaban la antecámara. El audaz soldado avanzó deprisa sobre el suelo vidriado, cuando súbitamente aparecieron Atik y su hermana al borde de la escalinata. Los iris de Miram eran rojizos, al igual que los de la sacerdotisa, que estaba en trance y dominada a voluntad.

- Lo siento hermano, esta cripta será tu tumba – vocalizó la chica con una voz espectral, quebrando la superficie cristalina con una centella que emanó de su dedo índice. El héroe se precipitó al vacío, cayendo junto a los cristales sobre un pavimento húmedo. Gracias a su agilidad, había salvado su vida, pero se había roto el brazo al caer. El olor a rancio de la catacumba lo despertó de su atontamiento, aunque fue una sensación espeluznante la que le espabiló del todo. La visión aberrante de un demonio necrófago surgió ante él. Detrás del muerto viviente, una caja plateada brillaba poderosamente. No hubo tiempo para más, el gul se abalanzó salvajemente sobre su víctima.

 

Atik despertó de su encantamiento atada de pies y manos y tumbada sobre un altar de mármol níveo. La claridad de la noche estrellada se filtraba a través de un orificio natural del techo de la caverna, proporcionando la iluminación suficiente para que la sacerdotisa observara la transformación que Miram había sufrido. Sus manos eran ahora metálicas, sus pupilas emitían chispas y unos largos colmillos sobresalían de su boca:

- Es tu fin - amenazó estridentemente, dispuesta a arrebatar la vida de la mujer. Pero fue en ese mismo instante, cuando una exhalación argéntea empujó y dio la espalda al engendro, protegiendo con su cuerpo a la sacerdotisa. Era un caballero ataviado con una reluciente armadura de plata, que destacaba por su hombrera izquierda de tres puntas y un escudo hexagonal completamente pulido.

- Cuidado, es la reencarnación de Medus…- gritó Atik, antes de que su cuerpo se convirtiera en una estatua de piedra, al contemplar la mirada de aquel ser de cabello de serpientes.

 

- Hermano, date la vuelta - sugirió una voz muy conocida para el guerrero, quien todavía daba la espalda a Medusa, perplejo por su poder. Pese a la majestuosidad de su cloth, el valeroso luchador presentaba un estado deplorable: apenas podía mover su brazo derecho, su pierna sangraba todavía, y numerosos cortes, mordiscos y arañazos destacaban en su figura, a consecuencia de su batalla con el necrófago.

- Déjame ver tu rostro querido Algol– dijo sugerentemente una voz idéntica a la de Miram. Sin embargo, aquel hombre alto no se movió, pero sí levantó con esfuerzo su escudo liso, usándolo a modo de espejo, para contemplar por última vez a su hermana. En un instante pasó todo: la chica maldita y sin alma se lanzó vorazmente sobre el caballero, y éste intensificó su cosmos al máximo, cercenando la cabeza de la Gorgona con una rotación mortal de su rodela.

 

Las lágrimas de Algol cayeron amargas sobre el escudo todavía empapado con la sangre de Medusa. Y así se quedó grabada sobre su superficie la cara de Miram con el cabello encrespado de víboras. Fue esa noche, mirando a su constelación, cuando el corazón de Algol de Perseo se volvió frio, prometiendo ser un mercenario al servicio de su diosa y cumplir siempre con las órdenes del Santuario.

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La Edad de los Milagros

  

          Milagros, así les llamaba yo. O les llamo todavía, no sé, se han vuelto una parte tan regular de mi vida que siento que lo que son capaces de lograr es casi rutinario.

 

          1986, como periodista en un mundo cambiante estaba lleno de brío. Quería ir a la Unión Soviética a investigar la explosión nuclear, quería ir a Sudamérica y conocer la guerrilla, quería un Pulitzer. Lo quería todo. ¿Y qué tuve? Un trabajo horrible que me enviaba a cubrir lo que nadie quería cubrir. Gracias a eso me enviaron a un evento nuevo, algo de lucha libre patrocinado por una fundación multinacional. ‘Al menos el viaje es cortesía de la fundación’, pensé.

  

          El “Torneo Galáctico” era un torneo en el cual un grupo de diez jóvenes peleaban entre sí para ganarse una armadura medieval que clamaban era de oro. Los jóvenes irían con su propia armadura, de bronce, y eran llamados ‘caballeros’. El estadio donde se llevaba a cabo era impresionante, simulaba el Coliseo romano. El evento inició con una joven llamada Saori Kido, la organizadora y presidenta de la Fundación, que soltó un rollo sobre constelaciones, armaduras y caballeros; la verdad no estaba prestando mucha atención hasta que empezó el combate.

 

          El caballero Andrómeda luchaba contra el caballero Unicornio, el primero manejaba unas cadenas a voluntad como si fueran parte de él mismo ¡y nadie parecía reparar en eso! Luego de una victoria fácil para Andrómeda vino el drama, apareció el caballero Fénix con una entrada más que teatral y dejó en estado catatónico al caballero Lobo antes de huir con la armadura de oro. La gente al principio estaba enmudecida, pero poco a poco fue exaltándose, pedían más espectáculo. Yo no estaba tan seguro de que eso fuera parte del show, así que salí detrás de los caballeros negros que acompañaban a Fénix.

 

          Oí que tomaban rumbo al puerto y decidí cortar por las vías del tren. Estaba por llegar cuando empecé a sentir un frío tremendo y pude ver nevar. La nieve parecía venir de un punto en específico y lo seguí. A lo lejos pude ver a Cisne pelear con uno de los caballeros negros, si a eso se le puede llamar pelear, Cisne generó desde su puño una ventisca tal que congeló al instante al caballero. No sabía si era por el estupor o por el frío ártico pero no me moví, no podía, no comprendía lo que había visto, rompía todo lo que creía, no podía entenderlo.

 

          Camino al hotel me frustraba pensar que nadie más estaba como yo. Esa noche no dormí pensando en lo que había visto. Tenía que cerciorarme que lo que vi no era mero producto de mi imaginación o peor, un montaje hecho por profesionales.

 

          Lo más natural fue investigar a la Fundación organizadora del evento. No fue difícil encontrar información sobre ella, ya que además de su presencia en todo el mundo, fue víctima de varios ataques, uno de los cuales se rumoraba el secuestro de la señorita Saori Kido, que la Fundación se encargó de esconderlo muy bien. Lo que no pudieron esconder fue el incendio que destruyó su mansión y el coliseo donde se llevaba a cabo el Torneo Galáctico. Gracias a eso, la información fluía. No tenían mucho que llamara la atención hasta la presidencia de Mitsumasa Kido, hombre famoso por sus amoríos alrededor del mundo, que después de un viaje a Grecia llegó con una nieta, la señorita Kido, y cambió su forma de vida, volvió orfanatos algunas de sus casas donde recibió niños de todo el mundo para luego mandarlos de viaje a lugares remotos. Todo eso resultó muy extraño pero cuando intenté investigar chocaba con todas las barreras imaginables, puestas por la misma Fundación.

 

             Debía saber más. Estaba obsesionado con ellos, perdí mi trabajo y amigos. Intenté dejarlo y despejar mi mente; pero no podía quitármelos de la cabeza ¿Quiénes eran? ¿Cómo lograron ese poder? ¿Cómo podría hacer mi vida, tener un trabajo y formar una familia si uno de ellos podía borrarnos de la faz de la tierra con el movimiento de su mano? ¿Cómo un hombre normal se compara con ellos?

 

             Decidí que mi siguiente paso era investigar los orfanatos. Como era de esperarse me dijeron que no podían darme mucha información pero que si quería saber sobre lo acontecido hace 13 años podía hablar con Miho, ya que ella había estado en ese entonces, sólo que había salido hacia una playa cercana. Sin perder tiempo me dirigí hacia allá para encontrarme con ella corriendo en dirección contraria y con el rostro lleno de miedo. Corrí hacia el lugar de donde venía, de inmediato sentí una electricidad en el aire que me hizo correr más rápido. Llegué justo a tiempo para ver a Pegaso siendo golpeado por una mujer con armadura y una máscara plateada mientras otro caballero, enfundado en una capa blanca, observaba. Pegaso cayó, parecía muerto. La mujer de la máscara movió el dorso de la mano e hizo un agujero en la arena, donde lo enterró para luego irse. Un instante después el caballero de la capa golpeó la tumba y Pegaso salió vivo e ileso. Es difícil describir lo que vi a continuación, de alguna forma el caballero de la capa repelía los ataques de Pegaso con un campo de fuerza invisible y lo lanzaba con sólo mover la mano. Al final Pegaso lo tomó por la espalda y de un salto imposible se internaron en el mar. Yo ya no podía más, mis ojos veían cosas que mi mente no comprendía y parecía ser el único que se daba cuenta. Me regresé al albergue donde me estaba quedando y dejé que el cansancio cubriera mis pensamientos.

 

             Los días siguientes no fueron distintos, mis dudas de lo que estaba pasando crecían mientras la información disminuía, ya que siempre chocaba con el mismo muro: la Fundación. Había hecho un excelente trabajo escondiendo todo lo relacionado con estos superseres, sólo obtenía retazos de información que no compensaban mi pérdida de empleo, amigos, familia y relaciones.

 

             Lo último que supe fue que la señorita Kido había llevado su jet privado a una zona desconocida cerca de Atenas, en Grecia. ¡Por supuesto! Si ahí fue donde cambió todo, después de un viaje a Grecia, Mitsumasa Kido regresó con su nieta e hizo los cambios tan radicales en su vida y Fundación. Me enfadé conmigo mismo por no habérseme ocurrido antes y emprendí el viaje a tierras helénicas.

 

            Jamás llegué a donde se encontraba ella y los jóvenes caballeros, lo único que lograba era perderme entre las montañas, como si una mano invisible me desviara del camino. Lo había perdido todo y la esperanza de aclarar mis dudas sobre los caballeros era lo único que me mantenía buscando. Sobrevivía a base de lo que lograba recolectar hasta que las fuerzas se fueron y me desmayé en algún camino perdido en los bosques griegos. Desperté en una vieja cabaña, un hombre y su esposa me encontraron, me dieron cobijo y comida. Decidí quedarme y trabajar para pagarles el haberme salvado la vida. Escuché de las inundaciones en Europa y América Occidental casi por accidente y algo dentro de mí me dijo que los caballeros estaban involucrados. No le di importancia, había visto hasta donde me llevó ese camino y no pensaba volver a recorrerlo.

 

            Creo que la máxima de “las cosas las encuentras cuando las dejas de buscar” nunca fue más cierta que en el momento en el que me adentré en la vida de esa familia de campesinos. Vivían a las afueras de la Aldea de Rodorio, una aldea en la que en su día a día estaban presentes los caballeros. Conocí más de su historia en unas pocas semanas ahí que en todos los meses de búsqueda incesante. Los caballeros están a la orden de la diosa Athena, quienes defienden al mundo de, casi siempre, otras deidades. Los habitantes de Rodorio tratan eso con tal naturalidad que yo mismo empecé a hacerlo, por más increíble que sonase. Por eso no me sorprendí cuando el día del eclipse, la mujer de la máscara plateada que había visto en la playa se llevó a una joven que vivía con uno de los comerciantes del pueblo, ‘ella es Marín, si se la llevó seguro es para ayudarla, la pobre perdió la memoria’ me dijo el comerciante.

 

            Ojalá algún día las personas del mundo sepan lo que los caballeros de Athena hacen por nosotros, de todas las amenazas de las que nos han salvado y de todos los sacrificios que han hecho. Ojalá lo sepan y lo agradezcan. Hubo un tiempo que pensé que yo sería quien lo contara al mundo, ya no, para eso hay que tener una visión que no tengo, una visión que perdí en el camino. Me quedaré en esta aldea, disfrutando que estoy donde las líneas de los límites del ser humano se difuminan, donde están los milagros que estuve buscando, donde siempre han estado.

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Era tarde

 

Era tarde, la una o las dos de la madrugada, y la única luz que inundaba la habitación procedía de la pantalla del ordenador. El ambiente estaba algo cargado debido al calor; era una noche de verano y la ventana estaba cerrada. Me dispuse a abrirla para permitir que entrase algo de fresco y, de paso, poder ver la Luna llena. Una luz azulada se vertió sobre las paredes de la habitación, los rayos de la Luna incidían sobre la pintura tiñéndola de tonos algo blanquecinos y brillantes. En la calle no se oía vida alguna, tan sólo algún coche y alguna voz rompía de vez en cuando el silencio. Sin embargo, en la habitación, el sonido de mis dedos sobre el teclado era incesante, las palabras fluían de mi mente a mis dedos y se plasmaban de forma automática en la pantalla.

 

Por momentos mi mente se encontraba en blanco, tampoco era algo inusual, puesto que en los últimos días centrarme resultaba prácticamente imposible. Pero algo captó mi atención. Un brillo extraño penetró en la habitación y reparó de lleno sobre mis manos, al instante, parecían estar envueltas en una atmósfera verdosa. Me percaté que me encontraba totalmente a oscuras, ni la luz de la Luna ni la pantalla del ordenador iluminaban el cuarto, sólo ese halo verde sobre mis manos. Toda la habitación estaba inundada por tonos esmeralda, no había recoveco alguno que no estuviese iluminado por aquella extraña luz. Observé la pantalla del ordenador y pude ver mi rostro en ella. Mis ojos se encontraban sobre la superficie ahora negra del aparato y pude ver el pequeño corte en la mejilla que no recordaba con acierto cómo había llegado ahí. Mis ojos reflejaban el color verde y no se percibía en ellos temor o asombro. El desconcierto que minutos antes reinaba en todo mi cuerpo se había evaporado dejando paso a una sensación de tranquilidad inmensa. Sentía todo mi cuerpo flotando, descansado, confiado.

 

No sé cuánto tiempo pasé en la misma posición desafiando a mi propia mirada. Un estruendoso ruido puso fin a mi ensimismamiento. Corrí a mirar por la ventana, pensando que todo el mundo se despertaría y que aquel bienestar terminaría, pero pareció que nadie había escuchado el ruido. Miré en todas direcciones. Nada, todo el mundo continuaba inmerso en sus sueños. Era imposible. Observé el cielo. Mis ojos comenzaron a salirse de sus órbitas: un ente de dimensiones descomunales ocultaba la Luna. Daba la impresión de estar sujeto en el vacío, pues no se percibía humo ni sonido alguno proveniente de él. Sólo emitía aquella extraña luz verde y una pequeña luz blanquecina que procedía del interior del objeto. Percibí que los rayos esmeraldas seguían iluminándome y que el punto blanco se hacía cada vez más grande. Para mi sorpresa, me encontraba flotando en el aire, alejándome cada vez más de la ventana y acercándome a aquel extraño aparato.

 

Sin embargo, no sentía miedo, sabía que era el camino que debía seguir, algo en mi interior me decía que no tenía de qué preocuparme, que todo este tiempo había sido una preparación para llegar a este momento. Como la boca que saliva con el tintineo de la campana de Pávlov antes de comer, recordando con cierta familiaridad, ansia y entreno momentos anteriores, mi cuerpo vagaba lentamente con la mente en blanco y el corazón desbocado. Estaba preparado para continuar.

 

Ambos, mi cuerpo y el ente, se aproximaban el uno al otro, paulatinamente se estrechaba el abismo y pude alcanzar a comprender que aquello que observaba con atención se trataba de una caja plateada cuyas dimensiones se iban reduciendo al acercarse. Como si de una entelequia filosófica se tratase, el pequeño punto blanco comenzó a crecer, pues ya no consistía en una fuente de luz mortecina y escasa, se había transfigurado en un baño de rayos plateados que rodearon cada uno de los pliegues de mi piel. Sentía como partes de mi cuerpo se encontraban cada vez más frías y comprimidas, algo había escapado de la caja y a través de la catarata argéntea había alcanzado mi espacio y se adhería a mi epidermis, no, la perforaba, y penetraba hasta generar una sinergia con mi organismo, trabajando en conjunto, amplificando mis sentidos, mis capacidades, permitiendo vislumbrar la esencia misma del cosmos, la inmensidad del universo y el poder de la estrellas. Mis ojos se llenaron de lo que parecía ser espacio mismo: galaxias, materia oscura, cometas... se atoraban en mis pupilas.

 

No recuerdo cómo ni el sentido de lo acontecido a continuación, pero mis ojos volvieron en sí y en mi mirada recaló un ser de aspecto maligno, cubierto con una larga túnica y bajo su capucha se apreciaban unos ojos azules intensos, un cabello azabache largo y puntiagudo y esa sonrisa que delataba maldad. Desgarró su vestimenta al sacudir sus tres pares de alas y arrancó los harapos restantes con el filo de su espada. Frente a mí, el dios del inframundo, cuya fama alcanzaba épocas pasadas y su legado maldecía futuras generaciones, se presentaba con su infernal armadura y su poder arrollador hacía temblar mis huesos. Conocía mi incapacidad ante tamaño enemigo, pues con cierta vaguedad recordaba el momento, la misma mirada, la misma arma, y su siguiente envite. Blandió su acero y como una centella recorrió la distancia que separaba nuestros cuerpos, traté de defenderme con la mirada de la Medusa, petrificarlo, paralizarlo, pero fue inútil, su estocada rozó mi rostro, dejando un profundo corte en mi mejilla y caí desplomado ante el empuje de un poder irrefrenable. Perseo, con su poder, no podía contener la ira del enemigo...

 

Era tarde, la una o las dos de la madrugada, y la única luz que inundaba la habitación procedía de la pantalla del ordenador. El ambiente estaba algo cargado debido al calor; era una noche de verano y la ventana estaba cerrada. Me dispuse a abrirla para permitir que entrase algo de fresco y, de paso, poder ver la Luna llena. En el cristal de la ventana aprecié lo que parecía ser un corte en mi mejilla. Sentí la sangre fresca recorrer mi rostro. Conocía el poder, el laberinto en el que me encontraba inmerso. Algo había cambiado. Quizá ya no era tarde...

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Camino de caballero

 

Los primeros rayos solares comenzaban a emerger de lo que prometía ser una luminosa mañana. Olas tubulares rompían contra uno de los acantilados de la costa Argólida con un sonido acompasado y continuado. En la cúspide del acantilado destacaban las ruinas de lo que en tiempos pretéritos fue un templo en honor a algún Dios. Aún se mantenía la estructura, aunque las columnas y el friso estaban completamente agrietados y casi a punto de ceder al desplome. Un alumno y su maestro aguardaban en el exterior.

 

- Joven Argol, ha llegado el momento de tu prueba final-Dijo el maestro a un muchacho ilusionado que miraba al frente con determinación- Al igual que el héroe mitológico Perseo venció a las Gorgonas y al monstruo marino que atenazaba a Andrómeda, tú has de vencer a la bestia que mora en el interior de estas ruinas y con ello ayudar a toda una aldea. Con semejante hazaña conseguirás como premio la armadura plateada, una de las más poderosas que existen y que en su escudo guarda una característica diferencial. Has superado duros envites para llegar aquí. Piensa antes de hacer cualquier cosa. Muchos ya han intentado esta gesta, pero acabaron en las fauces del monstruo. Trae su cabeza y la armadura te reconocerá como su legítimo poseedor.

 

El muchacho asintió y recogió la hoz afilada que le entregó su maestro y con la que debía completar su trabajo más importante.

 

Adentrándose en la morada del monstruo, Argol fue pensando en su camino hasta la fecha. Todas las duras pruebas que le habían llevado hasta allí, el apoyo enorme de la familia que le acogió en sus años de estancia, incluida Berenice. Sentía que no podía fallar. Era su momento.

 

Avanzaba entre claroscuros. Los hilos de luz provenientes de los desperfectos del techo y paredes eran su única visión. Las lianas se encaramaban a las columnas como protagonistas de ese templo medio derruido y fantasmal. Por el camino se escucharon gruñidos como provenientes de la mismísima tierra y que harían temblar a cualquier ser viviente. Estaba acercándose a la bestia.

 

En medio de un claro pudo vislumbrar a un humanoide de aspecto imponente y musculado, con abundante pelo negro, unas fauces y unas astas que desafiaban la comprensión humana.

 

-¿Cómo te atreves a venir hasta aquí?- Retumbó la voz de la bestia.-Ningún mortal me vencerá jamás. 

 

-Ha llegado tu hora, monstruo- Respondió el muchacho decidido- No veré ni un sacrificio más a tu causa.

 

El monstruo se puso en posición de combate y fue a por su oponente a una velocidad completamente anormal para su tamaño. Su cuerno entró por el hombro del joven sin que apenas pudiera apartarse. Argol hizo un esfuerzo titánico por sacarse el asta de su hombro y distanciarse de su dominio. La herida era grave y sintió que las fuerzas le fallaban. Enfrente de la bestia, ésta de nuevo se preparó para atacar. Ante la envestida, Argol sujetó con fuerza sus cuernos intentando mermar la fuerza del monstruo, pero comprendió que no podía ganarle a su mismo juego, mucho menos herido. Se volvió a distanciar de él con agilidad y se posicionó al otro extremo de la sala. Tenía que buscar otra opción y rápido. Sus fuerzas se apagarían en breve. Apreció que detrás suya había un muro, no sabía si lo suficientemente fuerte para aguantar la envestida de la bestia, pero que quizás podría inmovilizarla si sus cuernos se quedaban atrapados. Tendría que tener unos grandes reflejos, ya que las envestidas eran de una rapidez y una fuerza demoledoras. Se pegó al muro lo más que pudo, se armó de valor y esperó el momento justo para apartarse. El cuerno pasó ligeramente cerca del hombro herido, pero consiguió esquivarlo. Un gran estruendo y el monstruo efectivamente dejó su cornamenta estampada entre los ladrillos de la pared, que no cedió. En un acto rápido y conciso, con la hoz cortó su cabeza.

 

 Argol cayó exhausto al mármol frío y decadente de aquél templo, pero se supo héroe y por fin caballero. Se repuso como pudo y salió al exterior con una sonrisa. No le esperaba nadie. El Mar Egeo, la brisa fresca mediterránea y la armadura de Perseo le dio la bienvenida. La caja brilló de una forma inusitada, casi antinatural. Con las fuerzas que le quedaron se colgó la armadura y anduvo hasta la aldea.

 

Camino de la colina que llegaba a la aldea y vislumbrándola desde la altura pudo escuchar gritos repetidos y acuciados de mucha gente. De repente tuvo una sensación de alerta, que se convirtió rápidamente en desesperación. Una desesperación proveniente de lo más profundo del alma. Sabía que algo malo ocurría. Pensó en la familia que le había dado todo desde su llegada y especialmente en la hija del matrimonio y su amiga, Berenice.

 

Cuando se encontró enfrente de la calle principal, no pudo creer lo que vio: Cadáveres esparcidos por el suelo y ejecutados con una violencia atroz, objetos de todas clases dispersos en una y otra parte. La incredulidad se apoderó de él. Una mujer salió de su escondite y lo sacó de su burbuja de incomprensión.

 

-¡Bandidos!-Gritó la mujer- Han matado a muchos y se han llevado a varias muchachas, aparte de todos los objetos de valor que han podido saquear. Ellos están muertos, refiriéndose a la familia que le acogió, solo Berenice sobrevive. A ella se la han llevado. Ve a la playa, rápido.

 

Marchó en dirección a la playa sin apenas pensar. Su reacción era instintiva. Sucedía todo a una velocidad apremiante y lo único que contaba era salvarla a ella. Ella lo era todo para él: su apoyo, su amiga, su luz, su amor…

 

Cerca de la bajada hacia la playa, dos muchachos de su misma edad arrastraban dos sacos llenos de objetos. Un tercero arrastraba una muchacha con la misma naturalidad con la que los demás arrastraban los sacos. Al escuchar los pasos acelerados en sus espaldas se pararon.

 

-¿Y tú quién eres? ¿Quieres morir como el resto? Además, estás herido.

 

La armadura emitió un destello de luz rápido y fugaz y salió de su caja, liberada y llena de vida, para fijarse a su legítimo poseedor. Argol se sintió fuerte, más que nunca.

 

¿Una armadura? ¿Quién diablos eres? El miedo se dibujó en sus rostros.

 

Se giró dándole la espalda a sus enemigos. Su pelo se levantó como por arte de magia y se apreció un escudo con una cara. Los ojos de medusa se abrieron y brillaron con una luz blanquecina. Su efecto fue instantáneo. Los tres muchachos quedaron convertidos en piedra en una mueca horrenda de espanto.

 

La chica le dio las gracias, le informó que el grupo grande estaba en la playa y había otras muchachas secuestradas.

 

A su llegada a la playa vio un grupo de unos nueve bandidos armados hasta los dientes, varios sacos y arcones y un par de muchachas azuzadas por ellos. Entre las figuras de las jóvenes no consiguió vislumbrar a Berenice. Un poco más lejos, al son de las olas, se fijó en lo que parecía un cuerpo que la corriente se llevaba al fondo. Un escalofrío le recorrió todo su ser.

 

Se sumergió en el mar agitado, levantó el cadáver de las aguas verdosas y turbulentas… Y sí, era ella, su querida Berenice. Había muerto ahogada por sus captores. La ira inundó todos los poros de su piel, aunque salió cabizbajo y con parsimonia del agua con ella en brazos. Quizás el sentimiento de culpa le impedía sacar la rabia contenida.

 

Cuando los bandidos se percataron de la presencia del caballero, se quedaron atónitos.

Un muchacho con una armadura-dijo uno. ¡Es un caballero de Atenea, tened cuidado!-Exclamó otro. Ella se resistió, pero yo no quise matarla....-Justificó otro. Todos se pusieron en guardia.

 

Argol dejó el cadáver en la arena. Las mujeres raptadas se consiguieron desembarazar de sus sorprendidos captores y se situaron detrás del caballero. Se acomodó su escudo en el brazo.

“Vais a morir como la escoria que sois”. Los ojos de medusa volvieron a irradiar su luz maléfica para convertir en piedra a todos los bandidos.

 

Las mujeres se quedaron calladas ante el caballero silencioso, que con su amada en brazos caminaba con resignación entre las estatuas y la marea que dibujaba de sal la orilla. No lloraba, la incredulidad de verla así se lo impedía.

 

Recordó con pesar una lección de su maestro: “el camino del caballero está unido al sacrificio y al sufrimiento. Constantemente verás pérdidas humanas que te afligirán, pero has de seguir siempre adelante, has de superar sin fisuras el dolor que te atenaza. Nunca debes dar síntomas de debilidad ante los horrores de este mundo. La fortaleza de un caballero reside sobre todo en éso”.

 

Quizás ésta sea mi lección más importante- pensó Argol- Mis lamentaciones no la salvarán a ella ni tampoco a este pueblo condenado a la tragedia. Solo puedo enterrarlos, curar mis heridas y seguir mi destino, camino al Santuario. Hasta siempre, Berenice.

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Las historias han estado entretenidas.la mayoría ha optado por incluir al caballero de medusa. He decidido dar mi voto a CAMINO DE CABALLERO porque me gusta la historia de cómo consigue su armadura y la maldición que le acompaña. Buen relato. No sé hace pesado y deja ganas de más

.... Su llegada al santuario y aclimatación hubiera estado bien. Un agradecimiento a todos los participantes.

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Mi voto despues de buscar hueco para leer los relatos, es para MEMENTO MORI. Me Gusta porque, aunque muy poco, aparece mi favorito Aioros y sobre todo por la trama entre los gemelos saga y kanon.

Enhorabuena a todos por estos grandes relatos!

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Realmente hay un gran talento narrativo y es curioso que practicamente todos empleasen la figura de argol en su historia jeje, pero al margén de los artificios literarios yo voy a valorar la creatividad , algo que transgreda de una descripción..y sin lugar a dudas mi voto es para la luz de cefeo ; es una historia que aunque no tiene las descripciones meticulosas y narrativas de otras "envuelve" te traslada al lugar donde transcurre todo , además un gran final explicando un hecho posterior con el ataque de milo de escorpio a la isla de creta..

 

Digno de un lost cannvas gaiden, que te mantiene en vilo hasta el final y se hace una lectura amena y fresca

 

Enhorabuena a todos

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Antes que nada alabar la maestría de todos vuestros relatos, la verdad es que mientras los he leído uno a uno me los he ido imaginando con una facilidad pasmosa lo que demuestra que son muy buenos, lástima que sean relatos cortos porque no pararía de leerlos.

Dicho esto mi voto es para RÉQUIEM NOCTURNO porque mis caballeros favoritos son Orfeo y Mime así que el protagonismo de Orfeo en este relato me seduce además de que en el aparecen los 5 caballeros de bronce como unos auténticos caballeros y siempre he echado esto en falta.

 

Sin más, un saludo y que gane el mejor!!!!

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